La historia de los buñuelos de Cuaresma parece ser relativamente reciente, aún así, no se conoce con exactitud el origen de este dulce tan típico de estas fechas.
Parece ser que los buñuelos derivan de la palabra “puñuelo”, una especie de bola que los romanos amasaban con sus puños, pero también podrian provenir del francés “beignet”. El origen árabe parece ser el que tiene más fuerza. El buñuelo o “bunyol” es una masa de harina que se fríe en abundante aceite. La masa de harina puede mezclarse con agua, leche, huevo o levadura.
Existen en nuestro país recetas de buñuelos desde el siglo XVI y se dice que uno de los postres favoritos de los árabes que estaban aposentados en Granada, eran los buñuelos de agua miel, una masa que se freía en aceite y posteriormente se bañaba en miel hirviendo.
Actualmente se pueden elaborar buñuelos de distintas formas y con distintas variantes, se aromatizan con limón, canela, vainilla… se rellenan de crema, frutas o simplemente se inflan al viento. Es habitual aprovechar el hueco interior para rellenarlos de crema, en cuyo caso se llaman buñuelos de crema. Otros buñuelos sin crema son, por ejemplo, los buñuelos del Ampurdán, que tienen forma de anillo. En Valencia y las islas Baleares hay muchos tipos de buñuelos dulces asociados a diferentes fiestas, algunos pueden incluir en su masa patata (papa), boniato (batata), queso, higos secos, etc En las islas Baleares incluso los rellenan de queso de Mahón.
En Cataluña es tradición comerlos todos los miércoles y viernes durante el período de Cuaresma, normalmente con el café y los valencianos los suelen acompañar con un rico chocolate, o un aguardiente u orujo de hierbas como el famoso “herberet” de la Sierra de Mariola.
En Madrid y Andalucía, se consumen con especial asiduidad durante la Semana Santa, durante la cual es costumbre que las mujeres los preparen en las casas y los vendan o regalen a los vecinos, sobre todo en los pueblos o pedanías.